Parte II: Sector Público
Las mujeres empresarias nos enfrentamos a barreras desproporcionadamente complejas e interconectadas para acceder a oportunidades económicas equitativas. Estos van desde obstáculos legales y regulatorios hasta normas socioculturales y sesgos de género y la falta de networking y finanzas. Por ejemplo, las mujeres somos propietarias o administramos solo una de cada cinco empresas exportadoras, aunque poseemos aproximadamente el 38% de todas las pequeñas y medianas empresas (PYME).
Si bien es imperativo que todos estos obstáculos con los que nos encontramos se aborden para liberar todo el potencial de las mujeres, en esta entrada voy a centrarme en la oportunidad del mercado potencial de 15 trillones de dólares, que es, la contratación pública.
Los gobiernos gastan el equivalente a más del 30% del PIB en los países en desarrollo y entre el 10% y el 15% del PIB en los países desarrollados. De esto, se estima que solo el 1% del mercado es atendido por mujeres empresarias, en parte, debido a las diversas barreras que hemos destacado al principio. Las mujeres también nos enfrentamos a grandes desafíos para acceder a los contratos de adquisición, y los procesos de adquisición por lo tanto tienden a no facilitar resultados exitosos para las mujeres.
En la UE, el 14% del PIB se destina a servicios, obras y suministros por parte de las autoridades públicas, que deben cumplir las leyes de contratación que cubren la transparencia y la igualdad de trato.
La UE debería incorporar políticas de compras preferenciales para las mujeres (en EEUU el 5% de las compras públicas están reservadas para las mujeres), desagregar licitaciones, reducir los umbrales de licitación, mejorar el acceso a la información, reducir los costos de licitación o favorecer la contratación electrónica como principales medidas que se podrían adoptar.