La cadena de valor se encuentra dentro de todo el proceso de un producto o servicio. Por lo que incluir a las mujeres en ella implica otorgar empoderamiento económico desde diversos puntos del proceso.
Para la mejora de sus condiciones de participación y posición en las cadenas de mayor potencial es necesario previamente obtener información y datos sobre la participación de las mujeres en la estructura productiva.Y para ellos sería necesario el desarrollo de indicadores sobre mujeres, producción y competitividad que permitiría medir o evaluar la productividad por género en un determinado sector de la economía y la generación de riqueza. De esta manera los profesionales podrían elaborar políticas públicas que generen impacto positivo en la reducción de las brechas observadas.
El análisis cuantitativo sobre la participación de mujeres en la producción y empleo diagnósticaría e identificaría las principales brechas género en las cadenas analizadas, sus causas y efectos: brechas salariales, laborales, financiamiento, disposición de tiempo, etc.

Es necesario generar datos necesarios desagregados por sexo para poder mejorar y medir la evolución de las condiciones de las mujeres.
Pero por sí solos no lograrán superar las brechas. Se debe contar con una estrategia de igualdad de género para que las mujeres tengan trabajos de calidad y participen en la toma de decisiones.
El comercio internacional como herramienta de crecimiento de toda economía tiene que favorecer la apertura comercial de las empresas propiedad de mujeres. Pero los datos sobre productoras y empresarias en el sector exportador también son escasos, lo que dificulta el desarrollo de políticas e instrumentos para la promoción de su emprendimiento exportador. Para el desarrollo de las exportaciones de las empresas propiedad de mujeres se recomiendan programas integrales con especificidad de género que cubran tanto la información, formación, consultoría, promoción y networking.
Los programas de diversidad de proveedores tanto en la contratación privada como en la pública han demostrado ser buenas prácticas en facilitar el acceso de las mujeres al comercio internacional. El desarrollo de un programa de certificación que posibilite el acceso a estos programas de diversidad de proveedores públicos y privados internacionales y otras acciones de apoyo como encuentros y píldoras formativas e informativas apoyarían a las empresarias a intergrarse en la cadena de valor global como suministradoras.